La anciana que tejía piel humana


Pique a la puerta, nadie contestaba, insistí un par de veces, pero nada. Cuando estaba a punto de irme, apoque mi mano sobre la puerta y esta se abrió "maldita sea, llevo media hora esperando para nada  pensé. Entre a aquel portal, estrecho, no muy largo y eso si, altísimo  con un suelo de baldosas negras y blancas como si de un tablero de ajedrez se tratara, todo era extrañamente antiguo, pero muy cuidado y limpio, subí por la escalera que estaba la derecha, mirando hacia la izquierda  no se veía nada, supuse que había una puerta, pero preferí no acercarme y subir directamente.


Empece a subir por las desvencijadas escaleras de madera, una tras otra iban crujiendo a mi paso. Cada vez estaba mas intranquilo, una extraña sensación recorría mi cuerpo, llegue al primer piso y pique a la puerta, una voz rasgada de una anciana se oyó al otro lado de la puerta. "Un momento, por favor espere, no se vaya".

Espera un buen rato, mientras la anciana llegaba y abría la puerta, de repente un lento chillido rompió mis pensamientos durante un buen rato, era la anciana abriendo la puerta lentamente. "Hola joven", me dijo "pasa, pasa, estaba preparando el café, pasa que tienes que tomar una taza". No era muy alta, tirando a delgada y daba la sensación de que de joven había sido muy hermosa, caminaba apoyada en un sencillo bastón de madera, tiene el pelo blanco y recogido.



 Le dije "no gracias, solo vengo a reparar la antena para que pueda usted ver la TDT en su salón, no es necesario que me prepare café  muchas gracias", pero la anciana insistía. tenia preparado el café y un bizcocho. Ante el espectacular aspecto de la merienda que me había preparado la anciana no pude resistirme y acepte merendar junto a ella, después le repararía la antena de televisión

Mientras merendaba mantenía una conversación con ella muy agradable, me contaba que había nacido en este edificio y que vivía ella sola desde hace tantos años que ni se acuerda cuantos son, poco a poco me estaba entrando sueño, le comentaba a la anciana que iba a instalar la antena antes de que me durmiera, pero creo que no fui capaz ...


Desperté con un sabor extraño en la boca, todo estaba muy oscuro, quería tocarme la cara pero no era capaz de mover mis brazos, estaban fuertemente atados en la mesa o cama donde estaba. Poco a poco pude ver sombras a mi alrededor, parecía haber siluetas humanas, las llamaba una y otra vez para que me soltaran pero no recibía ninguna contestación,  tal vez eran maniquíes o simplemente que mi mente me estaba jugando malas pasadas. Empece a llamar a la anciana para que me ayudara pero tampoco recibía contestación de ella.


De repente sonó una puerta, se abrió lentamente igual que la puerta de la casa de la anciana, " que estaño pensé  de repente el sonido ceso, una figura avanzo empujando lo que parecía ser una pequeña mesa, la silueta se detuvo junto a la puerta y encendió la luz.

Allí de pie estaba la anciana empujaba un carrito con material quirurjico, llevaba una bata blanca y unos guantes de látex, pero lo que mas me estremeció no fue a la anciana de esa manera, fue ver lo que en un principio creí que eran maniquíes, no lo eran, en ese momento entendí que mi vida había llegado a su fin y y porque nunca te has de fiar de un extraño, lo que confundí con maniquíes eran  chaquetas, abrigos, pantalones, faldas, pero.. todo echo con piel humana.

La anciana se detuvo con el carrito junto a mi, y empezó a hablarme, "vaya lamento que te hayas despertado, pero tranquilo dentro de poco el dolor sera tan grande que te desmayaras y nunca mas volverás  a despertar".



Entonces la anciana cogió un bisturí y lo clavo en medio de mi pecho, lo llevo cortando toda mi piel hasta la cintura, el dolor comenzó a ser tan grande que mi alma abandono mi cuerpo, allí vi desde un rincón como la anciana retiro la piel de todo mi cuerpo, cogió mi cadáver y lo empujo por un agujero que había al otro extremo de la habitación, poco poco comenzó a curtir mi piel, con mi torso se hizo una chaqueta, con la piel de mi cabeza se hizo un extraño sombrero, y con mi piernas elaboro un bolso con todos los detalles posibles.



Desde aquel día mis nuevos amigos y yo estamos esperando el fina de la vida de la anciana para poder abrigarnos con su alma.

























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